Espiritualidad
Patrimonio y tradición del sur
Pensamientos al final de cada etapa
Antonio Franco Rodríguez de Lázaro
Introducción
En el Camino Espiritual del Sur “CES” vamos a encontrar muchos paisajes, monumentos e iglesias que van a favorecer nuestra espiritualidad, ayudándonos a alcanzar el auténtico objetivo de este recorrido, que es realizar una transformación personal que lleve al máximo acercamiento a Dios, ya que es un camino de salvación. Es un itinerario bidireccional entre la Catedral de Guadix, levantada en el primer Episcopado Español y la Basílica de la Vera Cruz, ubicada en la Ciudad Santa de Caravaca de la Cruz.
Las tres religiones abrahámicas coinciden en las características esenciales de lo que es una peregrinación, aunque después cada una añade aspectos que las diferencian. El primer peregrino de la historia es Abraham, que abandona la ciudad de Ur de los caldeos para ir a Canaán, la tierra de los cananeos. Es un hombre en camino, con una meta y una motivación.
Peregrino en hebreo es el que sube, no el que camina, porque la peregrinación consiste en subir a Jerusalén. Subir de nivel geográfico y espiritual hasta el lugar sagrado, con el esfuerzo de ir caminando a pie, siendo el sentido del camino la honesta purificación del hombre. El ritual del encuentro con Dios tuvo en su momento un lugar donde poder realizarse, pero ahora no hay templo en Jerusalén, lo que produce la nostalgia de un lugar que no es posible encontrar, haciendo que la peregrinación pase a realizarse hacia las personas, el colectivo, en un total abandono en las manos de Dios, como expresión de fe individual y familiar. En la ofrenda del cordero no podía sobrar comida para el día siguiente, lo que obligaba a las familias a invitar a otras personas para acabarlo. El rostro de Dios se manifestaba a través de la unión familiar y del otro al que conozco durante el camino, con el que vamos a compartir nuestra comida. De esta forma, el peregrino ve el rostro de Dios al encontrarlo en el otro.
Para los musulmanes la peregrinación a la Meca es el quinto pilar del Islam, en el que cada peregrino tendrá experiencias diferentes, siendo las más importantes las de carácter ascético, porque llevan a conocer a Dios en nosotros mismos. Son los corazones y no las personas los que deben ponerse en contacto con Dios. Por eso, cuanto mayor es la distancia por recorrer, más se debe profundizar en lo recóndito de nuestra alma. Es fundamental que este viaje interior se realice para ser mejor persona. Se trata de conocer a Dios y tener a Dios contigo, a la vez que se experimenta la experiencia y el esfuerzo de comunicarse con otros, ya que de esta forma aceptamos la pertenencia a una colectividad de peregrinos, que nos recuerda la congregación anual, semanal o diaria. Las peregrinaciones son viajes de sufrimiento y paciencia, en los que hay que despojarse de la ropa habitual, para ponerse la de peregrino; de esta forma la apariencia de todos es idéntica, reflejando que todos somos iguales, aunque cada persona es única. Es regresar a la naturaleza innata, como un niño que se alegra por todo, sintiendo el camino conectado a un Dios que proporciona cariño y nos abraza.
Miguel Asín Palacios explicando a los sufíes nos habla de un camino “que conduzca al despertar y a la iluminación interior, el camino que debe conducir al lugar de conexión entre la realidad exterior y física y una dimensión sin tiempo y sin espacio que es la que se experimenta en el interior del ser. La vía mediante la que el hombre trasciende su yo individual y llega a Dios. Y en donde el conocimiento metafísico o la realización espiritual habrá así de consistir en la eliminación de los velos que separan al hombre de Dios”.
Los cristianos no tenemos obligación de peregrinar y cuando lo hacemos es a un Santuario concreto, mediante un viaje motivado por una necesidad interior y para dar cauce a nuestro compromiso religioso. El peregrino sale de su entorno de confort donde se siente seguro, ya que le es conocido y le genera confianza, para adentrarse en un territorio extraño-desconocido, que va a contener manifestaciones de Dios y manifestaciones de lo sagrado, por eso hay que estar abierto a realizar una búsqueda de Dios y a recibirlo, a la vez que se experimenta una transformación interior, se reza y se pide perdón. Jesús también es un peregrino, tanto por los desplazamientos continuos que realizó a lo largo de un territorio concreto, como por su recorrido espiritual. La meta es Jerusalén y la motivación la cruz/resurrección.
El Papa Francisco dice en la Llanura de Ur, en el viaje apostólico a Irak de 2021, que la vida es una peregrinación de carácter transcendental. Estamos de paso en esta casa común, en la peregrinación hasta la vida eterna, caminando en la tierra con los ojos fijos en el cielo. De forma similar a lo que tuvo que enfrentarse Abraham al dejar su tierra, estamos ante un camino escarpado, en el que damos pasos concretos, peregrinando para descubrir el rostro del otro, compartir recuerdos, miradas y silencios, historias y experiencias.
Primer día
Para muchos peregrinos, el camino va a suponer una forma de salir del mundo cerrado, monótono, incluso claustrofóbico en el que solemos vivir. Ahora estamos enfrentándonos a una aventura personal de resistencia y supervivencia en espacios abiertos, bajo cielos extraordinarios e inacabables, obligándonos a adaptarnos a una nueva realidad forjada bajo el calor extremo del verano, las agradables temperaturas del otoño y primavera o el frio penetrante del invierno, según la época del año en la que estemos. Unas veces en solitario y otras en grupo tenemos la posibilidad de salirnos del camino para luego encontrar la senda correcta, ya que se trata de vivir mil aventuras y experiencias.
El Camino Espiritual del Sur es un itinerario que va a permitir que conozcamos y queramos a Dios. Por eso, tenemos que dejar los problemas y las preocupaciones al principio del viaje, lo que hará que nos sintamos más ligeros. Ahora nos centraremos y disfrutaremos de la acogida de la naturaleza y de las gentes de los lugares que visitemos, sin olvidar la acogida de alguien que nos va a proporcionar un descanso pleno, debido a que incorpora la verdad, el amor, la paz, la sanación y el sosiego en nuestras vidas. Me refiero al amor de Dios, por ser el único que cumple ser fiable, consistente y cercano, con una comprensión tan inmensa del comportamiento de cada uno de nosotros, que solo Él la posee. Dios siempre está junto a nosotros para que en cualquier momento podamos recurrir a Él, porque tiene poder sobre el presente y el futuro, es el guardián del derecho.
La capacidad de acogida supone también que el peregrino debe mantener una actitud abierta al cambio, al agradecimiento y a la entrega gratuita, estando dispuestos a ayudar a los demás, porque lo gratuito es lo único que llena plenamente nuestro corazón.
Terminaremos la meditación de hoy con las palabras de Monseñor Víctor Manuel Fernández: “Ven Espíritu Santo, a despertar mi vida interior. Ven a elevar mi corazón en gratitud. Todo el universo es una alabanza gozosa para el Padre Dios. Lo adoran los pájaros cantando, lo adoran los arroyos corriendo entre los cerros, lo adoran el sol y la luna iluminando. Ayúdame Espíritu Santo, a compartir esta alegría de todo el universo. Enséñame a vivir con la sencillez y el gozo que tienen tus criaturas más simples. Quiero alegrarme con el color de las piedras, con la forma de las nubes, con la sencillez de la hierba y de las flores. Espíritu Santo, lleno de vida purísima, vitalidad siempre nueva. Tú has querido derramar vida en el universo, y por eso existe la multitud variada de todas las criaturas. También yo soy una llama de vida que tú has querido encender con tu poder sin límites. Te doy gracias, Señor, por el milagro de mi vida, porque me sacaste de la nada. Porque yo podría no existir, y sin embargo aquí estoy, sostenido por tu infinito poder. Concédeme Señor, que pueda valorar y gozar esta vida que me das, que aprenda a disfrutarla con alegría y gratitud. Espíritu Santo, que hoy pueda alegrarme contemplando cada cosa, reconociendo la hermosura que has puesto en todos los seres. Lléname de la alegría cósmica que invade todas las cosas, tú que eres el sublime Espíritu que todo lo llena.”
Salmo 22. Dios, pastor del justo. Salmo de David
El Señor es mi pastor,
nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa para mí
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
Segundo día
Hemos llegado al camino con un agotamiento que es más psicológico que físico, desalentados porque no se han cumplido totalmente nuestras expectativas laborales, familiares o con los amigos. Queremos sentirnos seguros al estar conectados a los demás, buscamos el afecto y la aceptación incondicional para compensar nuestras inseguridades, deseamos que nos consideren valiosos. Estamos en alerta, con el corazón despierto y la mente clara, para huir de un mundo engañoso e injusto que hace promesas que no cumple.
Esta peregrinación facilita relativizar las preocupaciones y el poder estar unas veces relajados y otras emocionados ante la belleza del paisaje, por lo que es un buen momento para plantearnos algunas cosas. Podemos empezar por aprender a regular nuestras emociones, especificando con claridad nuestros límites y los errores concretos que cometemos. También es una oportunidad para tomar contacto con el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, para que nos enseñe a salir del egoísmo, el orgullo, la comodidad o la tristeza, utilizando nuestra inteligencia, creatividad, experiencia y sensibilidad. Si queremos vivir una vida en plenitud durante toda nuestra existencia, Dios tiene que ser el protagonista de la espiritualidad que tengamos. El interés que tiene Dios en encontrarse con nosotros es ilimitado, solo hace falta que dejemos que nos encuentre.
Durante el Camino también habrá momentos en que buscaremos la soledad y practicar la oración, por ser ambas imprescindibles en el proceso de crecimiento espiritual. De esta forma podremos alcanzar mayores grados de sencillez, virtud, lucidez, fortaleza, ímpetu, voluntad, entusiasmo y determinación. Hasta lograr un misticismo que requiere acción y rutinas de comportamiento que sirven de guía y autoridad para controlar las cuatro emociones humanas: amor, miedo, placer y esperanza.
Salmo 125. Acción de gracias pensando en la vuelta del desierto
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían: <
–El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
Tercer día
El contacto con la naturaleza va a causar alegría en nuestro corazón, porque es un entorno en el que se diluyen los hechos que nos angustian o nos afectan negativamente. Estamos ante una realidad que ayuda a liberarnos de la indiferencia hacia los demás, al hacernos partícipes de un mundo multidimensional, en el que merece la pena fijarse en los detalles de lo que va apareciendo ante nuestros ojos; por eso, nos detendremos a admirar las diferentes especies de animales, escuchar el ruido del agua de los arroyos y manantiales, acercarnos a un árbol para abrazarle, oler el perfume de las flores, mirar las formas que van tomando las nubes en el cielo movidas por el viento, sentir la tierra bajo nuestros pies a medida que caminamos, una tierra que nos habla, contándonos su historia o comprobar cómo los colores cambiantes del paisaje influyen en nuestro estado de ánimo, mientras se llena nuestra mente de múltiples recuerdos.
La fuerza de la naturaleza está en que la veamos como una novedad tal que no tengamos palabras para explicarla, porque si la percibimos como una repetición a la que ya estamos acostumbrados, no nos dirá nada, pasará a ser invisible para nosotros. Que es lo mismo que ocurre con nuestra relación con las personas que nos rodean.
Según San Agustín, Dios se reveló a sí mismo a través del Libro de la Naturaleza, con sus leyes ordenadas, y en el Libro de la Escritura, con sus narraciones históricas y enseñanzas. La naturaleza es percibida como creación, cuando pasamos de estar centrados en nosotros mismos a considerarnos inmersos en una transcendencia que nos habla de un Dios que ha construido un cosmos en un espacio infinito.
La naturaleza comparece para descubrir diferentes emociones a nuestros sentidos, unas podrán sobrecogernos, asombrarnos o desconcertarnos, mientras que otras nos conmoverán, armonizarán, animarán y fortalecerán nuestro respeto por la tierra, los bosques y los animales o simplemente nos gustarán. Es similar a lo que ocurre con el silencio interior que lleva a la mística a imponer a los sentidos unas veces paz, sosiego, calma, expectación y serenidad, pero en otras, lo que predomina es la impaciencia, agitación y sensación de fuego en el alma.
Habrá momentos en los que el tiempo se hará más lento, lo que permitirá que surjan sentimientos que teníamos guardados desde siempre, que experimentemos sensaciones de forma más intensa, a la vez que estimulamos nuestra paciencia para poder ver el mundo con otros ojos, haciendo que el paisaje se imponga a todo pensamiento, mientras sentimos incertidumbre y una soledad que nos interpela. Si queremos entender el sentido de la creación debemos buscar la verdad en nosotros mismos. porque al escucharnos internamente podemos conocernos mejor, darnos cuenta de que no tenemos todas las respuestas a lo que la vida nos ha ido planteado hasta ahora y así abordar la reivindicación de saber qué es lo que de verdad necesitamos para mantener nuestra autoestima y ser felices.
En todos los tramos del Camino se van a dar las condiciones para el encuentro con Dios, porque a Dios le gusta hablar al corazón del hombre cuando se ha incorporado a la primera parte de su creación, sobre todo en el desierto. Dios no abandona a su creación, por eso creó un desierto que atrae y permite ir más allá, en un ambiente de silencio en el que nos va a comunicar que esperanza quiere aplicar a nuestras dudas e inquietudes, acabando de esta manera la ausencia de su voz que muchas veces experimentamos en nuestra vida. Un corazón ruidoso y aturdido no puede encontrar a Dios, de ahí que durante nuestro encuentro con Él en el desierto va a parecer que se detiene el tiempo, aunque el espacio siga fluyendo, haciendo que sea fácil aceptar y superar las limitaciones que nos hacen parecer intrascendentes o superficiales. Es la situación idónea para sobreponerse a los momentos de sufrimiento, odio, violencia, duda o falta de amor. La experiencia de la presencia de Dios en el camino es real.
Salmo 18. Himno de alabanza a Dios
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día a día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante;
los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos;
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos;
más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila.
Aunque tu siervo vigila
para guardarlos con cuidado,
¿quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta,
preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré libre e inocente
del gran pecado.
Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío.
Cuarto día
No solo existe silencio en el desierto, el silencio puede surgir en cualquier momento de la peregrinación suscitado por la intensidad visual de la naturaleza y sus enigmas ocultos, permitiendo que podamos escuchar a los que comparten el camino con nosotros, ya que sus comentarios, reflexiones y testimonios nos servirán como referencia para ver en qué momento de nuestra vida estamos y así darnos cuenta de que hay mucho más que las noticias de los medios de comunicación o de lo que sugieren nuestros sentimientos tan cambiantes. También podemos compartir nuestro silencio con el silencio de los otros, en esos instantes de espera y disponibilidad que proporcionan el encuentro con los demás.
Por eso, este Camino debe tener en cuenta el silencio, un silencio que haga que estemos expectantes, al no existir aparentemente ruidos que puedan anticiparnos los acontecimientos que van a ir ocurriendo. Pero ese silencio se llenará enseguida de sonidos originados por la naturaleza que nos rodea, el viento que mece las ramas de los árboles, el roce de nuestro calzado con la tierra o el agua que fluye en los arroyos. Un entorno en el que la meditación cobra un mayor protagonismo cuando no está oculta ni distorsionada por nuestras palabras o los sonidos habituales de la actividad cotidiana.
Ahora es un buen momento para pedir al Espíritu Santo que según vamos respirando elimine de nuestra vida todo lo que nos impide ser felices, como el egoísmo, la angustia, el miedo, la tristeza, los resentimientos, las malas intenciones y los malos recuerdos. La naturaleza es un hogar para los que buscan a Dios, un oasis personal donde hacerse preguntas sobre la belleza, delicadeza y sensibilidad derivada de la espiritualidad, ya sea individual o compartida con otros.
Salmo 149. Canto a Dios y a su pueblo, ejecutor de sus designios
¡Aleluya!
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles.
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras.
porque el Señor ama a su pueblo,
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria,
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca,
y espadas de dos filos en las manos;
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
¡Aleluya!
Quinto día
Estamos realizando una peregrinación que proporciona un desbordamiento de imágenes captadas por nuestros ojos de paisajes, ciudades, monumentos religiosos y restos arqueológicos, que deben ir acompañadas de la lectura de la palabra de Dios, la palabra revelada, que es la auténtica protagonista, para facilitar el encuentro con Dios,
Dedicar tiempo a Dios es estar a la escucha, poner nuestros pensamientos a sus órdenes, alineados con Él, expectantes, con seriedad por la responsabilidad que asumimos y a la vez, una gran alegría por el júbilo que representa su presencia, llenándonos de una felicidad desbordante acompañada de una paz interior que proporciona fortaleza y mesura.
Las comunidades aborígenes de Australia proponen una relación con el prójimo basada en la escucha interior profunda y silenciosa, en la que no son necesarias las palabras. Tienen una conciencia íntima de escucha interior mientras caminan junto a los demás que les hace ser conscientes del espíritu de Dios. Consideran que el camino contemplativo de la escucha profunda se extiende a lo largo de toda la vida, desencadenando la renovación y la paz interior, haciendo que la persona sea uno y se sienta completa, llena del Espíritu de Dios. Encontrar la paz en esta conciencia silenciosa se produce estando sentados en la orilla del rio, paseando entre los árboles o estando en compañía de otros. No podemos meter prisa al curso del rio, debemos movernos con su corriente y entender sus modos, esperando el movimiento de Dios. Su tiempo es el momento adecuado. Su camino y voluntad serán claros. No podemos vivir una vida buena y útil si no escuchamos. Su método de aprendizaje consiste en observar y escuchar, esperando el momento adecuado para actuar. Le dan mucha importancia a saber estar quietos y esperar, sin precipitar las cosas, dejando que sigan su curso natural, como las estaciones del año. Escuchan y esperan que Dios les haga comprender, porque su Palabra es un regalo. Una flor florece cuando es su momento, no necesariamente cuando el hombre lo desea; son los tiempos de la naturaleza. Nada puede apresurarse o acortarse en la creación de Dios.
Salmo 94. Dios invita a cumplir la ley
Venid, aclamemos al señor,
demos vítores a la roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
vitoreándolo al son de instrumentos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo;
la tierra firme, que modelaron sus manos.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
<
cuando nuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras>>.
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó y dije:
<
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso>>.
Sexto día
Estamos abstraídos y pendientes de muchas cosas a la vez, lo que hace que descuidemos los detalles de la vida diaria que nos dan pistas sobre lo que es bueno para nosotros y para los demás. El tedio y el cansancio puede hacer que ignoremos los riesgos de nuestra actuación, las eventualidades a las que nos enfrentaremos en el futuro, las señales de peligro, conflictos, dificultades y amenazas a nuestra integridad física y espiritual, los sacrificios que tendrán que hacer los demás para que se cumplan nuestras expectativas. Por eso, necesitamos crear entornos para todos que sean saludables y beneficiosos, de sanación física y psíquica, que generen confianza, seguridad y certeza, en los que lo importante sea el carácter de las personas, su fiabilidad y honestidad.
A lo largo de nuestra vida hemos atesorado experiencias mucho más impactantes de lo que esperábamos que ocurriera, algunas de carácter positivo que nos hacían sentir bienestar, satisfacción, alegría, incluso euforia y otras de carácter negativo, como experimentar Indiferencia, sobrellevar las disculpas no recibidas, soportar situaciones y hechos que nos conmocionan, aguantar desamores o sufrir por el fallecimiento de nuestros seres queridos. Todos estos sucesos nos aconsejan averiguar qué y cómo escuchar, dónde y cómo mirar, para lograr la comprensión, la amistad y la tolerancia, que es lo que acerca a las personas, porque disminuye la distancia entre las diferentes formas de pensar en política, ciencia, arte o religión. El dialogar facilita que podamos perdonar a los demás y a nosotros mismos, ya que sentirse culpable es muchas veces más fácil que echar en falta algo o alguien que has perdido.
Practicar la sabiduría consiste en encontrar a aquel que está unido a nosotros en todas las situaciones de la vida, el que permanece a nuestro lado en todo tiempo y lugar, sin variar su amor y fidelidad, evitando que dañemos nuestro cuerpo y alma, a la vez que nos ennoblece y restituye. Por eso, nuestra única certeza debe ser permanecer con Él y en Él, para provocar en los demás la admiración a Cristo y la alabanza a Dios. Como dice san Pablo, la transmisión de la fe no se basa en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Fruto de la inagotable hermosura de Dios, la creación es solo una gota de su belleza, por eso debemos detenernos en los diferentes lugares del camino, en cada momento, en cada experiencia, para encontrarnos con el creador. Los gestos de servicio humilde y generoso deben ir acompañados por una sonrisa que busca la felicidad de los demás. El amor que Dios tiene a todos los hombres produce sosiego y armonía entre los corazones.
Salmo 120. Canto de peregrinación
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
qué hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tú guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Séptimo día
Todos somos conscientes de la importancia que tiene fomentar la alegría y la felicidad en nuestra vida, porque la tristeza y el miedo nos hace desconfiar de los demás hasta llegar a considerarlos como nuestros enemigos. Los sentimientos de alegría interior que terminan surgiendo al exterior rompen las barreras que genera el miedo, creando vínculos de generosidad que permiten trabajar juntos, lograr objetivos comunes y ayudarnos mutuamente. El siguiente paso es dialogar con la parte de nosotros mismos que está abierta al infinito, a la coherencia del espíritu y que busca al Dios que está siempre presente para darnos ternura y amor.
Dios nos deja pruebas de su amor en todas partes y personas, son pistas para llegar a Él. Nos propone un amor que afecta tanto al cuerpo como al alma, que viene a cualquier hora y en cualquier lugar, trasmitiéndose igual estemos caminando, trabajando o rezando. Los otros amores que nos atraen son un reflejo parcial del amor de Dios, pero esconden egoísmos, pasiones, convencionalismos, recelos, miedos e incomprensiones. Ante las limitaciones y perjuicios de estos amores, necesitamos experimentar la autoridad y capacidad del amor de Dios, que puede hacer nuevas todas las cosas.
Al llegar la noche pondremos nuestros problemas, retos y contradicciones en manos del Señor. El camino es buen lugar para dejarse querer por Dios.
Salmo 142. Petición para que Dios actúe
Señor, escucha mi oración,
tú que eres fiel, atiende a mí súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina las tinieblas
como los muertos ya olvidados.
Mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de ti está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
consideró las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame enseguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti.
Indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo,
por tu clemencia, sácame de la angustia;
por tu gracia, destruye a mis enemigos,
aniquila a todos los que me acosan,
que siervo tuyo soy.
Octavo día
En esta jornada reflexionaremos sobre los grandes peligros que conlleva un exceso de individualismo. A veces queremos que toda relación con el espacio que nos rodea y con los demás sea una extensión de nosotros mismos, esperando que se produzca una dependencia incondicional tal que, absolutamente todo se adapte a nuestra forma de ver la vida. Ese individualismo desproporcionado rechaza todo lo que vaya más allá de nuestro mundo privado, como pueden ser la exigencia de sacrificios personales y económicos o la responsabilidad y afectividad compartida.
Desde el principio de los tiempos, como descendientes de Adán y Eva, tenemos la tentación de convertirnos en Dios en las diferentes situaciones en las que nos encontramos a lo largo de nuestra vida, originando en nosotros un exceso de individualismo que hace que nuestra vida pierda todo su valor, porque exige ser liberada de todo poder, autoridad o cualquier otro tipo de subordinación o dependencia, generando una voluntad que se transforma en circular y absoluta. El vivir una vida por y para uno mismo, se convierte para el que lo experimenta en lo más parecido a la verdad, olvidando que la máxima importancia y consideración personal solo se consigue cuando nuestros actos conllevan un sacrificio por algo más transcendente a nosotros mismos. Si tienes en tu corazón el objetivo de lograr poder y dinero, tratarás de defenderlo con la máxima energía y capacidad en todos tus actos. Si tienes como fin último a Dios, tu vida entera favorecerá la forma de actuar que Jesucristo nos dice que agrada al Padre.
Estamos hechos de todos nuestros actos, por eso, M. Nussbaum nos dice que los seres humanos no son meros rectores pasivos de los golpes de fortuna, que inciden seriamente en la calidad de sus vidas, sino que somos seres activos que persiguen metas y tratan de llevar vidas que sean ricas en actividad y solidaridad con los excluidos por la sociedad, los débiles ¿Cuántas cosas hacemos por miedo? ¿Cuántas cosas no hacemos por miedo, por estar ciegos, ciegos a las consecuencias?
El amor de Dios no tiene límites, es infinito y eterno, que existamos es consecuencia de ese amor y lo único que Dios nos pide es que no desperdiciemos nuestra vida haciendo que sea una serie de fragmentos sin sentido. Es verdad que no podemos controlar totalmente como van a desarrollarse los acontecimientos de nuestra vida, porque en muchas ocasiones no se corresponderán con nuestras expectativas y deseos, pero si queremos que tenga sentido cada suceso al que nos enfrentemos, hay que darle un protagonismo a Dios en nuestra vida, decirle lo que sentimos por Él, que queremos que se mantenga siempre a nuestro lado, porque es el único que de verdad nos comprende y puede orientarnos a nuestra salvación. Podemos hacer uso de nuestra libertad para dar un sí continuo a Dios, permitiendo que intervenga en nuestra vida y de esta forma encontrar la felicidad que tanto anhelamos.
Somos conscientes de nuestra capacidad para lo peor y para lo mejor, pero tenemos el privilegio de poder vincularnos al proyecto de salvación personal que Dios ha soñado para nosotros, desde antes que naciéramos, lo que nos permitirá mirar el futuro con esperanza, optimismo, pasión e intensidad, dejando atrás las quejas inútiles que en nada ayudan a los que están a nuestro lado en este camino y en la vida. Cuando Dios actúa no hay aburrimiento ni tristeza, porque al intervenir en nuestra vida ocasiona alegría, novedad, bienaventuranza y diversidad.
Segundo cántico de Jeremías JR 31, 10-14
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
<
el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte>>,
y vendrán con aclamaciones a la altura de Sion,
afluirán hacia los bienes del Señor:
trigo, y vino y aceite,
y rebaños de vacas y ovejas;
serán como un huerto regado,
no volverán a desfallecer,
entonces la muchacha gozará bailando,
y los ancianos igual que los mozos;
convertiré su tristeza en gozo,
los consolaré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes con enjundia
y mi pueblo se saciará de mis bienes
Noveno día
Aislarse por egoísmo e independizarse de todos nos condena a una vida inútil. La paradoja de la vida es que la felicidad se encuentra en la solidaridad y la armonía con los demás. Es esencial poner en el centro a Dios y a los demás negándose a uno mismo, si queremos encontrar una felicidad duradera, porque una ruptura que lleve al enfrentamiento con Dios produce también una ruptura con los demás.
El hombre posee una inclinación innata a preguntarse por el origen de las cosas y encuentra sosiego cuando halla respuestas que le proporcionan confianza, pero el único que es capaz de generar una confianza total en nosotros y de dar respuesta a todo lo que nos preocupa o nos interesa es Dios Padre, logrando que podamos alcanzar el verdadero descanso espiritual, inmersos en un mundo infinito de felicidad, calma y esperanza.
Salmo 8. El puesto del hombre en la creación
¡Señor, dueño nuestro,
qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad;
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.
¡Señor, dueño nuestro,
qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Décimo día
Tenemos muchas veces ataques de egoísmo y alejamiento de los demás, que nos sirven de excusa para quejarnos de que no se reconoce lo que valemos, ni las situaciones difíciles e injustas por las que pasamos en nuestra vida. Durante el camino hemos podido reflexionar varias veces sobre ese individualismo, mientras nos enfrentábamos a nuestros límites, como el cansancio físico, la sed y en alguna ocasión el hambre o la soledad, también si hacía calor o frio en exceso en los meses de verano o invierno. Hemos compartido momentos que unas veces eran divertidos y otros aburridos, pero todas estas experiencias tan intensas han sido siempre compatibles con aceptarlas de forma comprometida y trascendente.
Estamos acostumbrados a no valorar nada, ni a nadie, insensibles al desamor de los demás. Permanecemos muchas veces en la oscuridad, asustados de todo y de todos, solo nos queda la esperanza de aguardar al que ha de venir en búsqueda del amigo extraviado, el Padre bueno que siempre nos oye y escucha, atiende nuestras palabras y derrama energía vital sobre nuestro debilitado cuerpo interior, para también sanar el cuerpo exterior. Lo ideal como cristianos sería que los demás vieran a Dios a través nuestro, a la vez que nosotros vemos a Dios a través suyo, creando un hermanamiento en el que de Dios hace de conciliador.
Salmo 71. Súplica por el rey, quizá el día de su coronación
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes:
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Que los montes traigan paz
y los collados, justicia.
Que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.
Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra;
que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
Que en su presencia se inclinen sus rivales,
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributos
que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones,
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan:
porque él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.
Que viva y que le traigan el oro de Saba,
que recen por él continuamente
y lo bendigan en todo el día.
Que haya trigo abundante en los campos,
y susurre en lo alto de los montes;
que den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo;
que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso,
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!
Decimoprimer día
Dios nos ha acompañado a lo largo del camino, nos ha ayudado en los momentos de cansancio y fatiga, ha impulsado nuestro ánimo para que podamos llegar a la meta y ha esperado pacientemente a que nos unamos a su causa, a su creación, a tener con Él una relación de amistad, una confianza plena, un encuentro que no finalice al acabar el camino, que continúe hasta el encuentro con el resucitado.
Buscamos que nos quieran desde que éramos niños, que comprendan los problemas a los que nos enfrentamos y las dificultades que debemos superar, que nos acepten en las diferentes relaciones de amistad con los demás. ¿Por qué es tan importante sentirse amado? ¿Por qué es tan importante el amor en nuestra vida? ¿Quién ha puesto en nuestra naturaleza esa necesidad ineludible y absoluta? ¿Es el amor la única forma posible de relacionar lo infinito con lo finito? ¿Es la única forma de sobrepasar todos los límites y barreras? La verdad es que cuando buscamos el amor estamos buscando a Dios, porque es la única fuente del amor.
Las cosas positivas que hemos hecho en nuestra vida se deben a que hemos dejado que Dios actúe a través nuestro, son mérito suyo del que no podemos apropiarnos; sín embargo los errores si son nuestros, son consecuencia lógica de nuestra humanidad. Lo importante no es qué errores hemos cometido, sino la forma en la que nos afectan, lo que nos hacen sentir, tanto si nos bloquean como si nos impulsan, la experiencia que proporciona el querer evitar que vuelvan a suceder pidiéndole ayuda a Él, o si nos da igual qué consecuencias produzcan y estamos encantados de repetirlos.
Nuestros enemigos han querido pasar a formar parte de nuestra historia tomado partido contra nosotros y como queremos que nuestra historia sea una historia de salvación, debemos pedir a Dios por nuestros enemigos, para que dejen de ser un lastre en nuestra vida y puedan salvarse junto a nosotros y las personas a las que queremos.
Lo que nos propone Jesús como forma de vida es lógico y sencillo, pero tiene un pequeño inconveniente, se mete con nuestro egoísmo, que observando nuestro comportamiento diario parece ser el bien más preciado que tenemos.
Dios quiere que todo hombre sea sabio y tenga una espiritualidad fuerte, para que deje de ser esclavo de sus necesidades psicológicas, pueda pasar de su cosmos particular al de los otros y así estar disponible ante las necesidades de los demás. Hacemos planes continuamente para nuestra vida, con proyectos que desarrollar en los que ponemos una gran ilusión, pero debemos estar dispuestos a dejar que Dios los cambie, los aplace e incluso nos haga renunciar a alguno de nuestros sueños. Cuando oramos estamos incluyendo a Dios en nuestra conversación y es el momento en el que tenemos que escuchar el plan que tiene para nosotros.
Todas las religiones consideran que Dios es el que nos ve, pero también Dios es el que nos piensa antes de ser creados. Es un Dios vivo, no una idea. Tiene nombre y rostro, el nombre se lo dio a sí mismo, yo soy el que soy, y al tener nombre se le puede llamar. Nuestra relación con Dios puede ser de amor que atrae y fascina o ser una relación de temor y rechazo. La forma en la que nos relacionamos con los demás condiciona nuestra relación con Dios. Lo sustancial de la fe es la confianza en Cristo.
Salmo 49. Discusión judicial entre Dios y su pueblo
El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece:
viene nuestro Dios, y no callará.
Lo precede fuego voraz,
lo rodea tempestad violenta.
Desde lo alto convoca cielo y tierra,
para juzgar a su pueblo:
<
Proclame el cielo su justicia:
Dios en persona va a juzgar.
--<
--yo, Dios, tu Dios--.
No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa
ni un cabrito de tus rebaños:
pues las fieras de la selva son mías,
y hay miles de bestias en mis montes.
Conozco todos los pájaros del cielo,
tengo a mano cuanto se agita en los campos.
Si tuviera hambre, no te lo diría:
pues el orbe y cuanto lo llena es mío.
¿Comeré yo carne de toros,
beberé sangre de cabritos?
Ofrece a Dios el sacrificio de tu confesión,
cumple tus votos al Altísimo,
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria>>.
--Dios dice al pecador:
<<¿Por qué recitas mis preceptos,
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza,
y te echas a la espalda mis mandatos?
Cuando ves un ladrón, corres con él,
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño;
te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre:
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara>>.
Atención, los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio;
el que me ofrece acción de gracias,
ese me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.
Decimosegundo día
Algunas veces buscamos las cosas que queremos conseguir en el lugar donde es imposible encontrarlas y llega el punto de que transformamos el amor infinito que Dios nos envía con el Espíritu Santo, en la actitud de que solo puedo querer a mi manera, porque yo soy así y no puedo cambiar. Este camino está siendo el lugar idóneo donde experimentar que vivir vale la pena, sentir curiosidad por lo que nos rodea, apasionarnos con miles de proyectos en los que poder comprometerse con la felicidad y las necesidades de los demás, teniendo fascinación por lo que hacemos. Hemos podido encontrar consuelo a las angustias, temores e insatisfacciones diarias, dándonos cuenta de que sin el Padre estamos indefensos, sin fuerza, sin aliento, en una soledad que nadie puede llenar, ya que solo Él puede liberarnos de la esclavitud interior que supone estar bajo una influencia social que enaltece la violencia, las luchas de poder y la codicia desmedida.
Estamos en un Camino que se origina como alabanza a Dios, que establece como norma de convivencia la reconciliación con los demás y con nosotros mismos, un camino de paz que potencia la humildad, la pobreza y el sacrificio, que aparta del individualismo y de la preocupación por lograr el poder a toda costa, porque estos sentimientos nos enfrentan y separan. Un camino que fomenta la santidad en los que recorren sus veredas, generando vínculos que no disminuyen la libertad, sino que la aumentan. Esto nos lleva a reconocer que la única posibilidad que hay de que la alabanza a Dios se ponga de manifiesto ante la gente, es que ejerzamos la humildad con los demás, en lo personal, familiar y en el trabajo.
Frente a la maldad, la mentira y la muerte, las realidades de la vida que producen desconfianza y miedo, Cristo nos dice que Él es el camino, porque nos enseña a hacer el bien. En segundo lugar, nos anuncia que es la verdad, porque en Él se encuentra la razón última de todas las cosas, descubriéndonos quiénes somos, lo importantes que somos, la belleza que tenemos. En tercer lugar, nos revela qué es la vida, porque Él es el que da la vida definitiva, en plenitud y eternamente. Jesús quiere ser el descanso ante tantas preocupaciones, agobios, frustraciones y todo lo negativo que nos hace daño.
El amor de Dios no es un amor genérico, es un amor personalizado. Jesús tenía una relación diferente con cada uno de los apóstoles y lo mismo ocurría con los Santos, por eso no podemos querer imitar con exactitud la relación que mantienen los demás con Dios, tenemos que buscar una relación que se adapte a nuestra forma de ser. Es posible que nos sorprendan las características especiales de alguna de esas relaciones, como puede ser la de Santa Teresa o la de San Juan de la Cruz, ya que el amor de Dios se individualiza para que el encuentro se produzca de la manera más íntima posible.
Él elige la forma en que nos ha llamado a lo largo del tiempo, una llamada que requiere por nuestra parte de un compromiso, una misión a realizar y una entrega de vida. Si contásemos los aspectos más íntimos de nuestra relación con Dios, es posible que los demás no los creerían, porque las características de la relación con el ser espiritual por excelencia, son siempre especiales. Pensarían que esos relatos reflejan un estado de ensoñación, que hace ver o sentir cosas que no han ocurrido realmente. Es difícil imaginar la relación espiritual con Dios cuando no se ha experimentado, pero el saber que otros la han tenido debería animarnos a intentarlo.
Salmo 103 La grandeza de Dios en la naturaleza
Bendice, alma mía, al Señor,
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.
Extiendes los cielos como una tienda,
construyes tu morada sobre las aguas;
las nubes te sirven de carroza,
avanzas en las alas del viento;
los vientos te sirven de mensajeros,
el fuego llameante, de ministro.
Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano.
y las aguas se posaron sobre las montañas;
pero a tu bramido huyeron,
al fragor de tu trueno se precipitaron,
mientras subían los montes y bajaban los valles:
cada cual al puesto asignado.
Trazaste una frontera que no traspasarán,
y no volverán a cubrir la tierra.
De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
en ellos beben las fieras de los campos,
el asno salvaje apaga su sed;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto.
Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre;
él saca pan de los campos,
y vino que le alegra el corazón,
y aceite que da brillo a su rostro,
y alimento que le da fuerzas.
Se llenan de savia los árboles del Señor,
los cedros del Líbano que él plantó.
Allí anidan los pájaros,
en su cima pone casa la cigüeña.
Los riscos son para las cabras,
las peñas son madriguera de erizos.
Hiciste la luna con sus fases,
el sol conoce su ocaso.
Pones las tinieblas y viene la noche
y rondan las fieras de la selva;
los cachorros rugen por la presa
reclamando a Dios su comida.
Cuando brilla el sol, se retiran,
y se tumban en sus guaridas;
el hombre sale a sus faenas,
a su labranza hasta el atardecer.
Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con maestría,
la tierra está llena de tus criaturas.
Ahí está el mar: ancho y dilatado,
en él bullen, sin número,
animales pequeños y grandes;
lo surcan las naves, y el Leviatán
que modelaste para que retoce.
Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo;
se la echas, y la atrapan,
abres tu mano, y se sacian de bienes;
escondes tu rostro, y se espantan;
les retiras el aliento, y espiran,
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
Gloria de Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Cuando él mira la tierra, ella tiembla,
cuando toca los montes, humean.
Cantaré al Señor mientras viva,
tocaré para mi Dios mientras exista:
que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.
Que se acaben los pecadores en la tierra,
que los malvados no existan más.
¡Bendice alma mía, al Señor!
¡Aleluya!
Decimotercer día
Hemos visto que el Camino Espiritual del Sur es un trazado extenso que mezcla territorios muy diferentes. Tanto caminar nos ha hecho vivir momentos en los que no sentíamos el suelo bajo nuestros pies, estábamos tan fatigados que parecía que íbamos a desfallecer. El dolor de las piernas y en particular de las rodillas nos hacía tener miedo a caer al suelo cuando tropezábamos con alguna piedra o tronco.
Cada paso que hemos dado nos ha liberado de un recuerdo negativo o de un instante con stress excesivo, mientras percibíamos sensaciones e imágenes a las que no les hemos dado importancia, junto a una serie de experiencias que llevaremos con nosotros para que nos ayuden a afrontar los instantes difíciles de la vida.
El Camino Espiritual del Sur ha sido un buen lugar para poner en sintonía el cuerpo con que nos ve Dios, que es el cuerpo de amor que contiene el alma, el cuerpo espiritual que utilizaremos en la resurrección, con el cuerpo biológico que usamos para desplazarnos y relacionarnos con los demás, lleno de limitaciones y deseos, pero que anhela alabar al Dios Padre, porque es para lo que ha sido creado.
Nuestra vida está llena de soledades, siendo las más dramáticas las que se producen cuando fallecen familiares y amigos. Pero no toda ausencia es distancia, Jesús va a llenar estas soledades con el amor del Espíritu Santo. El amor humano está contaminado por bridas que pueden ahogar nuestras ganas de vivir y la de los demás, siendo el de Dios el único amor perfecto y puro.
En algunas ocasiones han quedado espacios vacíos entre nosotros y el resto de los peregrinos, espacios que en algún momento ha podido molestarnos que alguien los ocupe, al considerar que constituían una zona de seguridad que protegía nuestra intimidad. En esos instantes también puede habernos molestado la cercanía de la gente, que podía impedir desplazamientos que queríamos hacer o interrumpía la contemplación del paisaje, incluso hemos podido sentirnos extraños entre el grupo de peregrinos que nos acompañaban. Son ocasiones en las que nos comportamos como moléculas de un gas que intenta ocupar todo el espacio posible del recipiente que le contiene. También es posible que no haya ocurrido nada de esto o no nos hayamos dado cuenta. Pero qué ha ocurrido cuando ese espacio lo ha ocupado alguien que nos ha saludado amablemente con un pequeño gesto y una sonrisa, que nos hemos dado cuenta de que ese espacio estaba para recibirle y que es bueno dosificar la necesidad de soledad, sobre todo cuando no nos ayuda en nada. Compartir espacios y tiempo nos ha liberado de estar pensando siempre en nosotros mismos y en lo que nos atrae, emociona y motiva. Si hemos tenido la suerte de que ese espacio lo ha ocupado Jesús, habremos notado un destello de felicidad que acariciaba nuestra soledad con un abrazo envolvente, que proporcionaba alegría, descanso y ternura a los sentimientos de pena y fracaso alojados en la memoria de nuestro corazón.
Salmo 56. Súplica y acción de gracias en el santuario
Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombre de tus alas
mientras pasa la calamidad.
Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí.
Desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme.,
enviará su gracia y su lealtad.
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Han tendido una red a mis pasos,
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa,
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor,
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad que es más grande que los cielos,
por tu fidelidad que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Decimocuarto día
Al recorrer el camino nuestros ojos se han llenado de paisajes bellísimos que han removido nuestra sensibilidad en muchos aspectos, nos hemos encontrado en un escenario grandioso como es la naturaleza, sin saber a priori qué papel nos tocaba representar. Hemos tenido que improvisar rebuscando en nuestros recuerdos y esto ha propiciado que aparezcan muchas preguntas ¿Quiénes somos de verdad? ¿Tiene sentido mi forma actual de vivir? ¿Nos sentimos queridos por los demás? ¿Qué espero de esta peregrinación? Las respuestas a estas preguntas las tiene cada uno en su corazón y habrá posibilidad de comentar las experiencias cercanas con otros peregrinos o al volver a casa.
Siempre vemos nuestra vida reflejada en un espejo, los sueños, los recuerdos, lo que opinan de nosotros los demás, las fotos y los videos, nuestros hijos con su aspecto físico, gestos y forma de hablar, incluso la vida de los que nos rodean. ¿Son felices a nuestro lado? ¿Les somos necesarios? ¿Damos la vida por ellos o estamos dispuestos a darla? Jesús nos proporciona el camino a seguir cuando nos dice que quererle es dejarlo todo y seguirle, dejar lo material, nuestras esperanzas en conseguir honores, fama o proyectos que reflejan nuestro egoísmo al no beneficiar a los demás, sino a nosotros mismos.
Seguirle es caminar a donde Él va, sentirle a nuestro lado al caminar mientras establecemos un vínculo que asume sus directrices y consejos. Caminar hacia Él y a la vez con Él. Sentir su presencia, su calor, su música, su deseo de que seamos felices, su paz, tanto interior como exterior, con nosotros mismos y con los demás, sentir que su presencia nos envuelve de forma agradable, placentera, dándonos seguridad, cobijo, amor. Sentir que nos ama aun con nuestras negaciones, alejamientos y contradicciones. Va a enseñarnos qué espera de nosotros si le escuchamos qué quiere que hagamos, es decir, el bien, estar en disposición de ayudar a los que son conocidos y a los que no habíamos visto nunca. No solo en el Camino Espiritual del Sur, sino en todo momento de nuestra vida.
Quiere aliviarnos y si es posible quitarnos el dolor que nos paraliza, el dolor derivado de nuestros errores, un dolor que nos hace daño de forma recurrente, que no olvidamos, nos destruye por dentro disminuyendo la autoestima. El amor a Dios requiere responsabilizarnos de nuestra forma de actuar y de la vida de los que nos rodean. Es algo serio.
El Camino Espiritual del Sur tiene un nombre que no engaña, ya que el objetivo fundamental del mismo es el encuentro con Dios. Hemos venido para sorprendernos ante lo que hemos visto y vivido, pero sobre todo a dejarnos sorprender por Dios una vez más. Dios nos brinda con este Camino la posibilidad de que muchos puedan conocerle y que los que le conocen refuercen esa unión.
Jesús quiere que instalemos en nuestro corazón una forma de amar basada en la unión a los demás a través de la humildad, el respeto, la comunicación y el perdón, incluyendo el compromiso de sufrimiento por las personas amadas. El hombre vale lo que es y es lo que tiene en su corazón.
Salmo 145. Alabanza al Señor con afecto y confianza
¡Aleluya!
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar:
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos,
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
¡Aleluya!
Antonio Franco Rodríguez de Lázaro
Don Antonio Franco Rodríguez de Lázaro es doctor por la Universidad Complutense de Madrid y Catedrático de Estadística en la Universidad CEU San Pablo. Actualmente es Consejero Nacional de la ACdP.
Monumento a los caballos del Vino
Peregrinos a Caravaca de la Cruz
Paraje Fuente del Marqués
Templete